Diario de una revolución pasiva.
En la vida hay momentos que no deben olvidarse.
Tu pelo suelto siempre marca uno.
Falla el compás, no el baile. Si hubiéramos cogido el ritmo, en lugar de pisarnos, volaríamos juntos a los sitios que nos quedan por visitar.
Y vi en sus ojos de niño el terror de un pasado perdido.
"No se preocupe que ahora viene su hijo a buscarle".
Aterrado, el anciano lloró sabiendo que no sería la última vez que perdería su camino a casa.
Le miró con el odio que despertaban en él las personas incapaces de perdonar los errores de los demás.
Recuerdo haber guiado un barco entre la luna y venus. Eso era Grecia.
Recuerdo haberme empapado al galope de camello huyendo del monzón. Eso era India.
Recuerdo haber perdido al black jack en un casino de pueblo argentino.
Recuerdo extraños días y noches en Miami.
Recuerdo haber descargado furgonetas en pueblos de andalucía.
Recuerdo haber recorrido Londres entre resacas y risas.
Recuerdo muchas mas cosas de las que ya no me acuerdo.
Y aún así hay momentos en que se me rasga el presente dejándome al borde de abismos de vacío tan infinitos que ninguno de los que fui sabe sostenerme. Son décimas de vértigo que me sacan del mundo para devolverme asustado y consciente del filo por el que camino.
Siento que solo un ancla podrá evitarme salir volando algún día.
¿Quiero encontrarla?
