De un reportero de guerra
Hoy he visto tantas cosas que he tenido que fundirme a negro.
Diario de una revolución pasiva.
El maestro le dijo:"Debes desterrar las obsesiones de tu mente". Y el discípulo se fue repitiéndose la frase a cada paso.
Me despista la treintena. Cuanto mejor van las cosas, más tenso me pongo. ¿Cuánto durarán? Empiezan a interesarme solo las cosas que no hago y eso implica parálisis asegurada. Una de las cosas que más no hago es el amor, ni física ni metafísicamente, y eso no puede ser bueno para nadie. Habrá que romper esta dinámica. Lo primero es saber lo que quiero, luego quererlo, luego buscarlo, luego encontrarlo, luego seducirlo, luego seducirlo, luego seducirlo (nunca lo consigo a la primera), luego dejarme querer, luego ser feliz, luego dejarme llevar, luego seducirlo (ha estado a punto de irse con otro), luego quererlo todo el tiempo con todas sus cosas y ya está. Parece fácil pero llevo 31 años sin pasar de la primera fase.
Me despista tanto la treintena que he llegado a convecerme de que ya sé lo que quiero. Lo malo es que tengo que recodarlo dos veces por semana.
El viernes noche estuve rodeado de belleza. Arriba, en el escenario, ella sonreía y cantaba. Abajo, en el cielo, ella sonreía y pensaba. Hubo armonía, contacto, nos tocó a todos y nosotros a ella. Mucho dehe acompañando un saludable moreno marítimo.
Imposible apartar la mirada o el oído.
Del concierto a Lavapiés a confesar las decadencias que a uno le atacan a ciertas horas de la noche. De Lavapiés a mi casa en un taxi comprensivo con el silencio que debe acompañar algunas retiradas.
,