Visión fugaz
Posiblemente no se trata de felicidad sino de intensidad. Eso es lo que solemos andar buscando.
Diario de una revolución pasiva.
Posiblemente no se trata de felicidad sino de intensidad. Eso es lo que solemos andar buscando.
Pensar en medias naranjas es mucho pensar. Es pensar que somos tan buenos como para satisfacer la mitad de las expectativas del otro.
Yo pienso más en gajos. La belleza, el sentido del humor, la pasión, la ternura, la inteligencia, la seguridad... si tienes un poco de suerte encuentras un par de gajos, pero toda una media naranja, ¡joder!, eso es mucho pedir.
Mis silencios dan cuenta de mi bienestar. Con el alma oronda se me abollan las palabras.
Creo que ya pasé de la adolescencia tardía a la madurez. Lo sé porque hasta hace poco mis reflexiones en soledad sobre el mundo generaban melancolía, ahora, generan empleo.
Es imposible, imposible, para una inteligencia media capaz de mirar con cierta limpieza a su alrededor pensar que hay una sola persona, incluso grupo de personas, con posibilidades de comprender la realidad tan claramente como para poseer la única explicación razonable sobre cualquier tema complejo. Y sin embargo ahí estamos siempre, esgrimiendo los puntos de vista, alzándolos como espadas, en lugar de intentar tenderlos en la mesa para compartirlos y combinarlos.
Si lo que más veo son chimpancés golpeándose el pecho con lugares comunes debo tender a pensar que lo que faltan son inteligencias medias. Desde luego un panorama desolador.
Él sabía que no debía hacerlo, era precisamente lo que trataba de evitar; tenerla todo el día metida en la cabeza sabiendo que todo estaba más que terminado.
Pero al bajar del avión y ver aquel día soleado se sintió tan pleno que le pareció estúpido no compartir sus sentimientos: "Estoy en Santiago, hace un día precioso. Me acuerdo de ti"
Fue un mensaje breve pero reconfortante. No importaba cómo reaccionaría ella, él estaba siendo honesto y estaba seguro de que eso nunca podría volverse en su contra.